martes, 05 de diciembre de 2017
La pasión de Leidy Marcela Aguillón es el fútbol
Prensa Coldeportes
El reloj marcaba las cinco de la mañana cuando el bus salió de Sibundoy, un municipio al occidente del Putumayo. Fue un recorrido de tres horas y quince minutos hacia la capital del departamento para cumplir una cita especial, el Festival de las Escuelas Deportivas por la Paz.
Así, junto con 51 niños, niñas y adolescentes, llegó Leidy Marcela Aguillón a Mocoa con la ilusión de vivir el carnaval, jugar a la pelota y compartir con otros pequeños de cuatro municipios del Putumayo. Un día en donde los valores del deporte fueron la herramienta principal para construir paz.
La jornada del martes inició en el Parque General Santander, lugar de concentración de los 635 beneficiados con el programa de las Escuelas Deportivas por la Paz que llegó a este departamento del suroeste del país el pasado mes de agosto.
En un desfile por las principales calles de Mocoa que se vistieron de color y alegría, Leidy Marcela caminó hasta la Villa Olímpica con el traje típico de su comunidad, el pueblo indígena Camentsá. Allí, en el auditorio, frente a todos, cantó en su lengua natal la canción sol solecito para mostrar la diversidad cultural de estas tierras.
La niña de 10 años de edad que proyectó seguridad frente al público mostró timidez a la hora de responder las preguntas, pero fue concreta en su respuesta al querer conocer cuál sería el mensaje para otros niños como ella: "Que sigan sus sueños y salgan adelante". (Escuchar audio)
Sueños que ha apoyado su papá, quien la acompañó en su viaje a Mocoa para vivir este festival deportivo, porque está convencido de lo valioso que es el deporte en la vida de su hija: "Me parece importante que ella pueda practicar el fútbol no solo en Sibundoy sino en cualquier parte del departamento o a nivel nacional, y siga con ese amor por el deporte", aseguró Carlos William Aguillón. (Escuchar audio)
Fue así como Leydi Marcela Aguillón cambió su falda negra y blusa fucsia, atuendo representativo de una tierra llena de magia y tradición, por una pantaloneta y tenis para jugar con uno de sus más grandes amores, la pecosa.
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