
Caterine Ibargüen compitiendo en la Liga Diamante. Foto: Diamond League
Los ajustes que llevaron a Cat
miércoles, 08 de abril de 2020
Prensa Mindeporte
Bogotá, 8 de abril de 2020. Caterine Ibargüen fue diseñada para volar: altura, potencia, fuerza. La atleta colombiana es una combinación de cualidades, que se incrementan a su máximo nivel cuando se encuentra en la pista, cuando de fondo el público la vitorea, aplaude y anima. Pero esto es producto del esfuerzo, de un proceso largo, la resiliencia, la capacidad que tuvo de levantarse y reinventarse en el salto.
El de altura fue su primer paso en el atletismo. En esta modalidad tuvo la posibilidad de participar en dos Mundiales y en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004. Sin embargo, los resultados no fueron los mejores: amargura tras amargura; desazón tras desazón. Su mejor actuación en esta disciplina fue en Helsinki, en 2005. En ese Mundial de Atletismo finalizó en el undécimo lugar.
Su mayor decepción llegó tras no poder clasificar a los Juegos Olímpicos de Beijing 2008, fue un momento difícil, tanto que casi toma la decisión de retirarse. Decidió trasladarse a Puerto Rico para estudiar enfermería en la Universidad Metropolitana donde también inició una nueva etapa deportiva bajo la dirección del entrenador cubano Ubaldo Duany, quien la convenció de dejar el salto alto y probar suerte en el salto triple.
En esta modalidad los resultados no se hicieron esperar. En el 2010 logró dos medallas de plata: la primera la obtuvo en el Campeonato Iberoamericano y la otra en los XXI Juegos Centroamericanos y del Caribe. Posteriormente, logró superar marcas para clasificar al Mundial de Daegu 2011, en el que logró la segunda presea para Colombia en este evento: bronce, con un salto de 14,84 m.
Desde entonces, su carrera tuvo un ascenso notable. Logró la medalla de plata en los Juegos Olímpicos de Londres 2012 y la de oro en Rio de Janeiro 2016; dominó la Liga Diamante de 2013 a 2016, logró dos medallas de oro en los Mundiales de Atletismo de Moscú 2013 y de Beijing 2015, una de plata en Londres 2017 y una de bronce en Doha 2019. Además de ser nombrada la atleta del año en 2018, por la Federación Internacional de Atletismo.
Caterine Ibargüen le demostró al mundo que una persona está a un pequeño ajuste de lograr su máximo potencial. La colombiana voló por los cielos de todo el mundo, abrió los ojos de propios y extraños y, lo más importante, sonrió e hizo sonreír a miles con su entusiasmo, con su energía. Se convirtió en la atleta más ganadora de la historia del país y marcó una época dorada.
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